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AHORA SÍ SE VA A ACABAR EL MUNDO

Por: Rafael Ayala Villalobos

Bajo a cenar las enfrijoladas con chorizo que me prometió doña Meche. La encuentro moqueando, llorosa y despaturrada en la sala viendo un programa científico en la televisión con mi perico Ramiro sobre su barriga.


-¡Mire, venga, ahora sí que nos va a cargar la del burro! –me dice y apremia a sentarme a ver el documental-. Para ponerme al tanto me informa entre sollozos que el mundo se va a convertir en una pesadilla porque unos zombis despiertan en el polo norte y de allí se están bajando a todo el mundo.

-¿Es por esa droga “zombi” que revuelve fentanilo con otras sustancias y que en países norteños está matando a más de uno porque les causa males cerebrales dejándolos como zombis? –le pregunto intrigado- y me aclara que no.

Doña Meche se suena los mocos con gran estruendo; me explica: “La noticia es por el calentamiento del planeta que va derritiendo el hielo desde los terrenos de Santa Claus para abajo”.

Mejor me siento para escucharla porque intuyo que va para largo ya que estos temas ambientales le interesan en demasía desde que le entró duro y macizo a la Xochitlmanía; ya trae en el mandil un pin de corazón que dice: “ Xochitl Va” , también otro del PRD como para convencerme de subirle el sueldo.

Todo el día habla de su “comadre”. Arrea y acompaña a los vecinos al INE para que renueven su credencial para votar. Se afilió el Frente Amplio por México. Dice que “Esa india como yo va a sacar a México adelante, con ella vamos a progresar, a que si”.

“Usted ni la conoce, doña Meche, no siga modas -trato de refrenarle su repentino ímpetu político-. “¿Ya sabe qué propone?”, la inquiero. “No sé ni me importa –responde encarándome feroz-, solo sé que con mi comadre vamos a ganar y a volver a encarrilar a México con las propuestas que los del pueblo le vamos a dar”.

Le pregunto porqué le dice a Xóchitl Gálvez comadre. “Es indígena como yo”, contesta ufana. “Doña Meche, usted es mestiza, no originaria”, la contradigo. Más se enoja: “!A mí no me venga con palabrejas, a mí dígame india que a mucha honra tengo los talones cuarteados!”, me regaña, y ante tan evidente argumento mejor me callo.

Me informa doña Meche que en el polo norte hay una capa de hielo llamada “permafrost”, que es permanente, casi eterna, por decirlo así.

Al derretirse esta capa por el calentamiento del planeta que usted y yo causamos, deja al descubierto un suelo que puede tener hasta 650.000 años oculto bajo el hielo.

Quedan entonces al aire libre materiales orgánicos que han estado cubiertos y congelados durante miles de siglos. O sea, no solo huesos y colmillos de marfil de mamut que valen muchos dólares, sino también virus malignos que han estado ahí quietecitos por miles de años.

Doña Meche sostiene que en el programa dijeron que han encontrado siete virus zombis inactivos atrapados en los hielos de Rusia. “Sí, en Rusia – exclama doña Meche- para acabarla de fregar, ya que como usted sabe Putín es bien Putín y no vaya a ser que se le ocurra algo malo…”

Puse atención al excelente programa y me entero de que los virus son desconocidos y muy peligrosos para los seres humanos. “!Así se va a acabar el mundo!”, grita doña Meche volviendo a llorar.

Y como el que se quema con leche hasta al jocoque le sopla, para nosotros que acabamos de salir de una pandemia por uno de esos virus extraños, es un tema que inquieta, el de este descubrimiento, que pone los pelos de punta.

Y a propósito de pelos, uno de esos pelos apareció en el pelo de un mamut cerca de su naríz, por lo que se pude inferir que estaba en un moco por algún tipo de gripa. ¡Ay nanita!.

Para consolar a doña Meche que sigue trémula porque se va a acabar el mundo a punta de virus zombis le digo:

“Yo sabía que un zombi es un muerto que mediante brujería del vudú haitiano resucita como esclavo al servicio irremediable de quien lo regresa al mundo de los que están vivitos y coleando”, le explico, pero sigue llorosa.

“A ver doña Meche, ya no llore” –le digo con ternura, sonriendo para calmarla- “ahora viene a mi mente que si unos zombis tocan a mi puerta, ¿qué son? Me respondo: Zombienvenidos. ¿Y si son maniaco-depresivos? Zombipolares. Si unos zombis eran policías en su vida, ¿qué son? Zombijilantes. ¿Y si se aficionan a los videojuegos? Zombiciosos”. Doña Meche no se ríe. Tampoco cuando le digo que si un zombi va manejando un tractor, ¿qué hace? Sembrando pánico”. Ha tomado trágicamente la noticia, tiene miedo y llora.

No me desanimo en animarla, meto doble tracción. Le cuento que dos zombis se salen de su tumba y por ahí encuentran una motocicleta. Se atreven a robarla para irse de paseo. Entonces un zombi ve que otro trae la lápida de la tumba sobre su hombro y le pregunta que para qué la quiere. “Por si un policía nos pide nuestros documentos…”, responde.

Tampoco ríe.

Enseguida del programa de los virus zombis, mientras doy cabal y buena cuenta de las enfrijoladas de rechupete, veo un documental que trata de Ötzi, un hombre que murió hace más de 5300 años y que fue encontrado hecho momia congelada –la más antigua, por cierto- en los Alpes italianos en 1991 por unos alpinistas aventureros. “No vaya a ser otro zombi”, me digo.

No es así. El instituto Max Planck de Alemania ha dado nueva información sobre nuestro veterano hermano.

Dice el instituto que era de color oscuro, calvo, barbado, muy fornido y que se fue de Anatolia, la actual Turquía, a los Alpes, lo que quiere decir que eso de las migraciones es tema viejo como vieja es la maldad humana. En efecto, al pobre Ötzi lo mataron, según se ha probado.

Viendo al vacío me asaltan las preguntas: “¿Porqué viajaba Ötzi?, ¿Qué pensaba cuando murió?”. Ötzi no conoció el whatsapp ni la fama mediática que alcanzaría “con el tiempo y un ganchito”, como dice el tango.

Dicen que era un campesino que se fue pa’l norte en busca de mejor vida y encontró la muerte. ¿Dónde más pasa eso?

Ahora los del instituto alemán andan escarbando en su ADN para encontrarle familiares donde Ötzi ni sabía que los tenía, como cuando me hice la prueba de My Heritaje: con solo un poquitín de saliva en un pomito me salieron más parientes vivos que hongos por todas partes del mundo. Ya pedí una ampliación para ver si Ötzi viene siendo mi tío o algo así.

Por cierto que según My Heritaje tengo genética española y portuguesa en 46 %, italiana en 1.3 %, del sur de Europa en 2.7% y que atrás mío hay de 4 a 7 generaciones españolas y portuguesas y las mismas italianas, entre otros datos. ¿Será?

Dejemos eso. Somos, de los animales, el único con capacidades intelectuales, somos sapiens, amamos y construimos libertades aunque ciertos especímenes guindosos tercamente quieran convencernos de lo contrario.

Tenemos un hombre muerto hace 5300 años que no resucitó ni va a cobrar vida como zombi. Me quedo pensando…5300 años…, es nada, es poco en el tiempo del universo, como Einstein, Sagan y Hawlkins lo sabían, pero son muchísimos años para los que todavía andamos por aquí buscando entendernos y amarnos en la libertad, a riesgo de que unos zombis políticos o narcos hijos del rancho de André Manuel nos maten como al pobrecito Ötzi.

Y yo digo: el tiempo no existe, es un invento del hombre para medir el movimiento, o una manera de querer tomarle las medidas a Dios.

Ha pasado tiempo desde que se nos adelantó Ötzi y ese animal que somos, en el fondo, no ha cambiado mucho.

Seguimos bárbaros y codiciosos, envidiosos y brutales.

Es cosa de ver cómo estamos.

El río Lerma es el espejo que refleja nuestra bestialidad.

Cuando mataron a Ötzi no había Estado, vivían en el estado de naturaleza, lo que explica las cosas, pero ahora ¿lo hay en México?

En muchos lugares seguimos siendo bestias primitivas sin compasión por nuestros semejantes.

Nos portamos como zombis.

¿A dónde vamos a parar?, como dice El Buki.

Entre la destrucción que le hacemos al planeta, el acecho de los virus zombis del casquete polar norte y nuestra conducta brutalmente zombi, estamos en peligro.

Vemos la tempestad y no nos hincamo, como doña Meche que humilde y pecadora, ya está hincada rezando frente al Crucifijo de la consola donde ayer, junto a la veladora, puso un portarretrato con la foto de Xóchitl.

Sean felices.